En primer lugar la amabilidad en la relación conyugal. Los buenos modales y la atención mutua son esenciales para mantener la felicidad en la vida en pareja. Acciones pequeñas como dar los buenos días y buenas noches, pedir por favor y dar las gracias, así como estar atento para ayudar en todo momento, contribuyen significativamente a la armonía.
El respeto es el segundo pilar clave en el camino hacia la felicidad matrimonial. Evitar a toda costa los insultos, las críticas destructivas y las descalificaciones. Es importante la disertación, pero frente a alguna diferencia o desagrado estas se expresen con tacto y se busque predicar con el ejemplo en lugar de caer en conductas dañinas.
El tercer lugar de virtudes lo ocupa la alegría. Mantener un ambiente jovial y contagiar el buen humor entre la pareja es una herramienta fundamental para superar las dificultades y disfrutar de la compañía mutua especialmente frente a las adversidades de la vida.
La fidelidad, como cuarta virtud, es considerada esencial. La importancia de mantener el corazón y el cuerpo enfocados en la pareja, evitando así dividir los afectos y dañar la relación con infidelidades que, aunque puedan ser tentadoras, solo conllevan dolor y sufrimiento a todos los implicados, incluidas las personas con quien se fue infiel.
La laboriosidad ocupa el quinto puesto. “Cuando la necesidad entra por la puerta, el amor sale por la ventana”, el esfuerzo y el trabajo constante son esenciales para asegurar la estabilidad económica en el matrimonio y evitar situaciones de precariedad prolongadas.